terça-feira, 3 de janeiro de 2012

El papel de Amancio Ortega

Por ahora, su indiscutible éxito como empresario es inversamente proporcional a su obra social

Tras la compra de la famosa Torre Picasso, un edificio de 45 plantas ubicado en pleno centro de negocios de Madrid, un diario de la capital interpreta que Amancio Ortega se ha convertido en el rey de La Castellana. Cosas parecidas podrían decir otros medios de París, Barcelona, Berlín, Roma, A Coruña, Lisboa o Londres, porque en todas esas ciudades el dueño de Inditex posee impresionantes inmuebles. Es una de las hazañas de la mayor fortuna de Galicia y de España, la segunda de Europa y la séptima del mundo, según la clasificación de la revista Forbes (2011), que le atribuye 31.000 millones de dólares (23.921 millones de euros), cifra que supera de largo toda la recaudación del impuesto de sociedades en España y que equivale a cerca del 2,5% del PIB español y rebasa la cuarta parte del déficit público. Casi nada.

Es evidente que Ortega es el rey de la Castellana, de la moda, del silencio y de los millones. ¿Es también el rey de la solidaridad? El propio Ortega sostiene en la presentación de la fundación que lleva su nombre: "Las vivencias que me han hecho crecer como persona, como empresario y como ciudadano se apoyan en una serie de principios que considero particularmente valiosos, tales como: solidaridad, comprensión, compromiso, laboriosidad, autenticidad y fidelidad". Pero faltan hechos que lo demuestren. Por ahora, su indiscutible éxito como empresario es inversamente proporcional a su obra social, a eso que ahora se denomina la economía del cuarto sector. A Ortega no parecen convencerle los criterios de Bill Gates y Warren Buffett, que emprendieron la campaña The Giving Pledge (La promesa de dar) para conseguir que los hombres más ricos donen al menos el 50% de su fortuna en vida o como herencia, filantrópicamente. Y para ello han predicado con el ejemplo: los Gates donaron a su fundación -premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2006- 23.000 millones de dólares (17.748 millones de euros) y Warren Buffett aportó incluso más a la fundación de sus amigos: 37.000 millones de dólares (28.551 millones de euros).

Sobre este asunto, sin duda controvertido, hay quien dice que Ortega ya hace bastante obra social con el empleo que crea y con los contratos que brinda a empresas generalmente de A Coruña que le acompañan por todo el mundo cada vez que abre una nueva tienda. Es verdad todo eso y tiene su valor, pero no es incompatible con que decida convertir A Coruña en una referencia universitaria mundial o con que quiera compartir con los 25.000 socios del Deportivo la salida del túnel, colocándolo en la Champions, con la consiguiente proyección mundial para Galicia. Son solo un par de ejemplos a los que podrían sumarse otros, seguramente mejores, pero lo importante es que Amancio Ortega dé el paso.

También hay quien comenta, incluso en su entorno, que Ortega no entiende bien este tipo de cosas, ni menos aún decisiones como las de Bill Gates o Warren Buffett, pero esa hipótesis habría que descartarla leyendo sus propias ideas en la web de la Fundación Amancio Ortega: "Mi sencillo y genuino deseo es que, a través de las estrategias y actividades propias de la fundación, el fruto de mi experiencia vital, personal y profesional, alcance a aquellos miembros de la sociedad que, particularmente, precisen de especial acompañamiento y aliento". De ser ello cierto tendría más sentido un cambio de actitud capaz de marcar un antes y un después para varias generaciones y de reivindicar su figura más allá de ser un gran empresario.

Su capacidad de diversificación, más allá del textil, con importantes negocios en sectores como el inmobiliario, el financiero, el turismo o la gestión de fondos de inversión, prueba que podría triunfar en el llamado cuarto sector, dejando grabada su huella de la solidaridad. No se trata, pues, de pedirle nada -nadie tendría derecho a hacerlo, cuando el dinero es suyo-, sino más bien de invitarle a que haga algo socialmente grande. Inditex es un gran imperio empresarial y Amancio Ortega puede ser un gran ciudadano.

En el peor de los casos, aunque no quiera saber nada de lo que hacen Bill Gates o Warren Buffett, no estaría mal que Ortega asegurase el anclaje de Inditex a Galicia. Con él al frente, o en la sombra, hay un efecto sede y un compromiso de trabajar con proveedores de A Coruña. ¿Sin él será lo mismo?

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